...sobre la piel.

No calles; habla, grita, saluda al viento con palabras de tristeza, abre tus espacios al fuego, aclama su calor y muere. Solo mueres una vez, es solo una relajante vez. No te atraces, ya no puedes, no huirás de tí misma, no escaparás de mi sombra. Jamás lograrás esconderme nada, aunque el corazón lo encierre; la oscuridad me habla, el silencio lo comenta... tu alma está separada de sí misma. Cada segundo que transcurre mientras tu patética imaginación maquina una forma de escapar te acerca mas hacia mí. ¿Ahora corres? Me matas de risa musaraña, de veras me matas. Creo que ya llegó nuestra hora. ¿No me crees? Observa, mira, ponle un ojo a la oscuridad que nos rodea, ¿no crees que es lo mas perfecto del mundo?, ¿Acaso no caes en cuenta que acabas de dar tu último paso?, ¿Que toda esta luz es tu propia mente jugandote una mala broma? ¿Que crees que haces ahora? No intentes respirar menos aire del que necesitas, el veneno ya entró en tu cuerpo. Siempre ha estado ahí, esperando el momento para anunciarse como el vencedor. Quiero ver tus ojos dentro de tu cuerpo, observate, contempla tu pequeña y penosa y triste intención de llorar. Eso no resuelve tus asuntos. ¡Ya ha llegado el momento, bésame, devórame, hazme uno contigo, únete a mi momento, cae en las llamas de fuego mental que te corrompen ahora! ¿No ves que la solución era esta de todas formas?.

Bajo el cielo....

Mil suspiros vuelan en el viento, es un dia gris, el cielo demuestra un dolor intenso y parece que va a llorar como nunca. El mal viaja con el viento, entrando por cada uno de mis poros, haciendose uno con la hemoglobina y esparciendose por mi cuerpo como un veneno que deseaba saborear. ¿Sonrisas?... no, no las veo ya en mi mente, ni en ningún otro lugar. No se si alguna vez existieron o son sólo un mito hurbano como la varicela o el amor. A orillas del rio de mis pensamientos veo una silueta pequeña, marcada por el tiempo, deseosa de ver algo feliz, pero sabiendo que nunca llegará... esa pequeña silueta soy yo. Me observo durante unos segundos, y me percato de que mi piel es gris y mi vestimenta negra, rasgos que definen lo que pienso del mundo. Tambien contemplo lo que me rodea... un cesped tan duro como roca, un cielo gris que llora granos de hielo, un rio de sueños y peticiones que nunca llegaron y problamente tampoco llegarán, un árbol sin hojas y con una soga y un cadaver colgando de ella, un niño triste y solo pidiendo a gritos un poco de compañía, un poco de amor, un poco y sólo un poco de comprensión. El cielo a comenzado a llorar nieve roja y blanca. Todo se impregan de belleza y sufrimineto, cada lágrima de nube quema en la piel y cada rojo cúmulo hace mas pesado el dolor. ¿Dolor?... si, el dolor es probablemente uno de los sentiminetos que aún recuerdo, pero que he dejado a un lado y comenzado a usar en defensa propia.
Llegado al rio, me subo en una balsa y veo como todos los sueños en el rio comienzan a gritar, con dolor, para que los saque de ahí, para no seguir sufriendo. La balsa recorre el rio hasta el otro extremo, desde donde se pueden ver mil navajas enterradas en una sala... entro en la sala y veo que son mis pensamientos, atacados por todas esas personas con las que convivo a diario y que no dejan de hacerme sufrir nunca. No creen que la vida es cruel, creen que todo es sonrisas y demases, pero en realidad, me hacen cruel la vida a mi. Solo y frío denuevo salgo de aquella recámara, en la que colgaban sus cadaveres del techo y otros tantos yacían descuartizados en el piso, y me aventuro hacia el interior de mi cuerpo. Cerca de la garganta diviso unas cuerdas muy hermosas, de hielo y diamantes, encadenadas con acero para no soltar palabras tan devastadoras para algunos, pero hermosas para mi. No me sorprenden, pues las manos escriben lo que grita el corazón y las palabras no pueden sino solo ser palabras. Aún teniendo sentido y describiendo algo, no todos las entienden. Llegado a un espacio vacío que creía ser mi corazón, lo busco y sólo encuentro un laberinto, en donde quien entra no sale jamás, lo que demuestra, para mi sorpresa, que todas aquellas personas con las que comparto mi vida siempre van a estar en mi corazón, siempre estarán ahí, lo que provoca mucho mas dolor cuando hieren mucho y mas silencio cuando callan... pero, en fin, solo estarán ahí hasta mi muerte. Estoy triste, yo y todo mi ser se destroza en pedazos por la ausencia de emociones, pero recobro fuerzas al pensar que algún día veré una oscuridad tan densa que no me deje ver lo mal que estoy... ¿Luz? no, dejé de creer en ella hace muchos años.
Veo pasar una sombra cerca de mi corazón y la sigo. Recorre todo en silencio congelando mis sentidos, haciéndome mas frío. Y fue entonces que vi un altar, lleno de dibujos y textos en una lengua tan extraña que solo yo entendía, un altar tan vacío, pero tan lleno de nada, que me hizo sentir por solo unos segundos la máxima melancolí posible antes del llanto. Decicí huír al ver nuevamente esa sombra, pero me cerró el paso y me dijo: "Dorian, no corras, este altar está hecho sólo para mantener un reuerdo a las emociones que antes tenías, no para hacerlas parecer mas importantes. ¿No crees que la oscuridad es hermosa en este lugar?". Y fue entonces que me percaté que la belleza de esa oscuridad no tenía límites, pues nunca acababa... Entonces dí media vuelta y recorrí mi cuerpo hasta la cabeza, en donde ví que aún nevaba, pero esta vez la nieve era sólo blanca, derritiendo todo a su paso, haciendo mas placentera la estancia al sentir quemaduras por el cuerpo, provocando la risa mas siniestra que pudiese escuchar en algún lugar, y magnificandola mil veces. Hoy olvidaré que nunca fui feliz, que todo lo que fui, todo lo perdí. Voy a disfrutar de cada momento de oscuro placer en la vida y lo llevaré al máximo placer. Ahora lo entiendo, la gente me hace la vida muy cruel, pero si ellos viviesen en mi mundo, no soportarían mas de medio minuto sin llorar, pues durante la vida me he creado una resistencia contra los demás que devo aprovechar, el amar y odiar al mismo tiempo me permite llegar al punto de provocar daño severo, pero sin sentir culpa. Así, salgo de mi mente y me lanzo desde el techo del edificio para caer junto a la lluvia y sentir el azote del suelo...